Río Barbate – Laja de los Hierros

Viernes. Tarde, muy tarde. A pesar de la hora, encendí el ordenador con la intención de leer el correo y echarle un vistazo a las entradas de mis conocidos y amigos en Facebook. Habían pasado unos minutos de la una de la madrugada cuando apareció, en la parte inferior de la pantalla, un mensaje de mi amigo José Manuel Amarillo:

– Carlos, estás ahí?

– Dime, José Manuel – le contesté

– Esta tarde he quedado con Paco para ir mañana temprano a buscar la Laja de los hierros. Ha encontrado una reseña cerca de la ermita de los santos. Vamos a probar. ¿te vienes? – escribió José Manuel.

– Por supuesto que sí, ya estoy sacando las botas de la caja, ¿a qué hora quedamos? – le pregunté, aceptando la invitación.

A pesar de tener ya planteado para mañana un tranquilo Sabadito de playa, cambié mis planes de inmediato. Soy de la idea de que al campo hay que salir, incluso en verano. Hay procesos de la naturaleza que sólo se dan en esta estación, y hay que estar ahí para observarlos. Si además lo aderezamos con la buena compañía de los amigos, ¿qué más podemos pedir?

Serían las 7 y media de la mañana cuando partimos hacia la Venta Andrés, allí habíamos quedado con Paco para desayunar. Componentes de la “expedición”: Juan, Pablo, Juanca, Paco, José Manuel y un servidor, el escribienteLa idea es localizar el yacimiento de la Laja de los Hierros, se trata de un lugar donde aparecen grabados unos signos en una enorme piedra de arenisca, unos grabados rupestres que datan del Paleolítico. Para su localización Paco aportó una foto satélite que alguien había subido a “interné”. En la imagen se apreciaba meridianamente clara y bien marcada la localización exacta del yacimiento en un meandro del cauce alto del río Álamo.

Desde un principio José Manuel apuntó la poca credibilidad de la información aportada, hay que tener en cuenta que en este lugar no existen afloramientos de arenisca.

Anduvimos por aquella polvorienta colada durante un buen rato, posteriormente reconocimos el cauce seco del río Álamo y no conseguimos encontrar aquello que buscábamos. De hecho preguntamos en una finca cercana y nunca oyeron hablar de ese lugar.Serían las diez y media de la mañana cuando decidimos dar por terminado nuestro intento de localización de la Laja de los Hierros en aquel apartado, seco y polvoriento lugar. Se decidió “pasar al plan B”.

Este plan B no es otro que retomar un asunto que dejamos pendiente en una salida anterior, un asunto que había dado lugar a opiniones muy diferentes en cuanto a la identificación de una especie muy singular, esta especie no es otra que un molusco bivalvo de agua dulce cuyo área de distribución en la Península Ibérica se reduce a la cuenca del río Barbate. Sí, voy a volver a escribir de la Unio Gibbus.

Nuestro primer contacto con los moluscos del Barbate tuvo lugar en nuestra anterior salida a la necrópolis de Monte Bajo, allí observamos la presencia de dos especies de bivalvo. Para fotografiar ambas especies y así poderlas identificar debidamente decidimos desplazarnos a dos tramos distintos del río barbate.

Nuestra primera parada fue en el curso alto del río, en un punto cercano a Alcalá de los Gazules. Recorrimos un buen tramo del río y no conseguimos encontrar ni una sola concha. En este punto del cauce con una anchura de cinco metros, el río “está quieto” y forma charcos y pozas de distinta profundidad.

Pablo continuó en solitario río arriba para volver después con varias ranas en el bolsillo y un minúsculo alacrán, fueron fotografiados, por supuesto.

En su ribera comprobamos la sequedad del lugar, un tono amarillo pajizo que lo impregnaba todo, salpicado de los trazos verdes de palmitos y lenticos. Acaba de terminar el mes de Agosto.

Eran las once de la mañana y no habíamos conseguido encontrar nada de lo que buscábamos, ni la Lasca de los Hierros ni la Unio gibbus. Lejos de desanimarnos, a pesar de la “caló” y del viento de Levante, como “zomos mu” cabezotas decidimos desplazarnos a otro punto del Barbate para ver si teníamos algo más de suerte.

Llegamos a un lugar, mucho más cercano al pantano, donde el río es bastante más ancho y el cauce aparece seco a excepción de algunos remansos colonizados por la lenteja de agua.

Un lecho seco, cuarteado e inestable. Cuarteado por unas enormes grietas de casi quince centímetros de ancho y más de medio metro de profundidad que hacían lento el caminar.

Para complicar las cosas, a veces las grietas aparecían cubiertas por formaciones de Glinus lotoides, entonces te servías del bastón y andabas a tientas.

Continuamos con nuestro pausado deambular por aquel sinuoso cauce y comenzamos a observar la presencia de dos tipos distintos de concha, por un lado una concha más grande y frágil que suponemos sea Anodonta anatina y otra más pequeña pero por contra mucho más recia que suponemos sea del género Unio. He de reconocer que las especies están aún por determinar, en el momento de escribir estas líneas nuestro particular “Departamento de Biología Avanzada” está en ello.

En un meandro del Barbate coincidimos con un lugareño, jinete de jamelgo de capa leopardo, al que le preguntamos si había oído hablar de la Laja de los Hierros. Le “sonaba” que ese lugar podía encontrarse en una finca no lejos de allí, finca de propiedad privada y dedicada al ganado bravo. Perfecto, un aliciente más a nuestras azarosas salidas al campo, ¿quién ha dicho miedo?.

De todos modos habrá que recabar más información para fotografiar ese interesante yacimiento del Paleolítico del que apenas disponemos de información, como siempre. Pero eso será para la próxima salida, primero debemos dar por terminada ésta

El Levante empezó a soplar con mucha más fuerza, sería la una y media cuando decidimos iniciar el camino de vuelta y entonar el “pobredemí”. El calor que nos secaba la garganta nos empujó a refrescarnos con una enorme jarra congelada de cerveza en el Centro de Recepción de Visitantes, allí comentamos las tres mini rutas que habíamos culminado, que nos habían sabido a poco, y ya comenzamos a plantear la próxima salida, hummm… que dónde será, hummm… pues ni idea.

Me despido como siempre:

“NOS VEMOS EN LAS MONTAÑAS”

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