Friends & Roses

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Lo que iba a ser una expedición relámpago, es decir, llegar, fotografiar y poco más… tomó otros derroteros y casi sin quererlo nos plantamos delante del Tajo Daleao.

Nos cautivó la belleza de aquel lugar que ya había transitado en multitud de ocasiones y en las más variopintas situaciones, ahora se mostraba engalanado con la más exuberante de las primaveras.

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Sobre una piedra nos detuvimos un instante para hacernos una foto para el recuerdo, después ya no tuvimos tiempo ni tan siquiera de deleitarnos con el paisaje. Había tantas plantas esperando que le dedicáramos un fugaz momento que muchas ni las retratamos, es más… nos miraron con tristeza cuando abandonamos aquel paraje.

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Y mientras que el otro 50% de la expedición le tiraba los tejos a una amapola de Grazalema a pesar del viento que la zarandeaba yo me dedique a curiosear y disparar aquí y allá.

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Seguimos con nuestro itinerario y hemos pasado a los pies de un impresionante cortado donde la gente se descolgaba con cuerdas, miramos hacia arriba y no nos interesó mucho aquel entretenimiento, hola hola y seguimos a lo nuestro.

Ahí conseguimos fotografiar una planta a la que le tenía muchas ganas, siempre la había visto en lugares escarpados y a tanta altura que ni de puntillas en unos buenos zancos. Esta, por el contrario, estaba muy a la mano y tan bajita que casi la oíamos respirar. Me encaré la cámara, apoyé el codo en la piedra y le disparé sin miramientos, a bocajarro. Centaurea clementei.

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No fue el único encuentro interesante, ya a primeras horas de la fresca mañana nos habíamos adentrado en un denso bosque de encinas y quejigos buscando una orquídea y conseguimos localizarla, por supuesto. Mi buen amigo José Ramón no la conocía en persona y cuando se la presenté quedó prendado de tanta belleza. A esta le dedicamos unos cuantos rodillazos. Cephalantera rubra.

Nuestras salidas al campo no siempre terminan con una foto, ya sea buena o mala, a veces en mi caso voy un poquitín más allá y algunas plantas… las dibujo. A esta especie le tengo especial cariño, en su día la dibujé.

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Me siento en una de las piedras que surge de la hierba. Dejo a un lado la cámara encajada en el trípode y mi mochila, me seduce la belleza del paisaje que me rodea. A mi mente vienen esos buenos momentos que me ha reportado esta generosa primavera.

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Y recuerdo aquella foto de todos nosotros con la sensación del deber cumplido después de localizar una anhelada orquídea que nos dijeron que por aquellas tierras moraba, creo recordar que era a principios de Mayo.

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Una jornada donde no hubo empujones ni tan siquiera codazos para conseguir la mejor foto, reinaron la camaradería y los buenos modos. Cierto que echamos una jornada estupenda.

Son muchas las fotos de botánica que atestan mi disco duro y mi propia memoria. Y además de distintas localizaciones de la sierra

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Y la mayoría de las veces nuestras salidas gastro-botánicas, como algunos las han dado en llamar, finalizan con un refrigerio.

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