Conoce tus fuentes

Como de costumbre, me había levantado temprano. Mientras la agradable luz matutina se filtraba por la ventana iluminando el salón con unos cálidos tonos sepias, yo, sentado y con la mochila a mis pies, comprobaba la cámara, que si tarjeta, que si batería…

De repente el estruendo de dos cohetes me hizo caer en la cuenta de que hoy se celebraba la Romería en honor a San Isidro Labrador. Miré el reloj y comprobé que aún tenía por delante más de media hora libre. Así la cámara y bajé las escaleras apresuradamente, llegué a la calle y me llegó el sonido de los músicos de la Agrupación Musical de Grazalema que afinaban sus instrumentos junto al ambulatorio.

 

Me aproximé a la Parroquia de la Encarnación y accedí a su interior, el coro ensayaba para la misa de romeros. De nuevo, el estruendo de otros dos cohetes inundó todos los rincones del pueblo, y otros dos…, y otros dos.

Desde el interior del templo miré hacia la calle y, en ese mismo momento, un pequeño perro negro de patas cortas cruzó raudo la calle asustado por el sonido de los petardos.

Salí al exterior y miré hacia arriba, dos saetas surcaron una vez más el despejado cielo azul, dos estruendos e inmediatamente un humo muy blanco que se disipó rápido. Pasaron algunas carrozas engalanadas, descargaron los bueyes de un remolque y vi como se aproximaba la banda de música al son de una alegre diana floreada que terminó de despertar a todo el pueblo.

Me encontré con Paco y hablamos un buen rato sobre esta afición que compartimos: la fotografía. Le comenté que tenía previsto subir al Puerto de las Presillas y él me dijo que iría a la romería. Giré la muñeca y miré el reloj, era hora de irme. Me despedí y caminé hacia la plaza del pueblo. Allí, en el bar de Rodri, había quedado con José Manuel para desayunar.

Durante el fin de semana se había celebrado en Grazalema el III Encuentro de “CONOCE TUS FUENTES”, un proyecto participativo abierto a todos mediante el cual se estaba haciendo un catálogo que recogía todas las fuentes y manantiales de Andalucía. En este proyecto participaban la Junta de Andalucía, la Universidad de Granada y otras instituciones, como el Instituto Geológico  y Minero de España. Un proyecto apasionante.

Como colofón a este encuentro se organizó una salida al campo con un marcado carácter hidrogeológico por las estribaciones de la Sierra del Endrinal. La hora de inicio de la actividad se concretó a las 9 de la mañana y el lugar acordado de partida fue el aparcamiento del camping Tajo Rodillo. Nosotros dos fuimos los primeros en llegar, y mientras esperamos al resto de la comitiva nos entretuvimos observando la variada flora vascular que nos rodeaba.

Una vez llegaron todos los componentes de la “expedición”. Joaquín, que hacía las veces de guía, hizo algunas aclaraciones sobre un mapa desplegado y advirtió de que la primera media hora sería de continuo ascenso. Dicho esto acometimos la subida por la Cañada de Mahón. Nuestro primer destino: El Puerto del Endrinal (1.101 m.).

José Manuel, que hacía las veces de escoba, y yo cerrábamos la marcha. El sendero, a la sombra de un bosque de pinos de repoblación, aparecía cubierto de acículas y aquí vimos las primeras orquídeas del día. A nuestra derecha el Peñón Grande, formación rocosa de paredes verticales de inconfundible silueta. Promontorio calizo íntimamente ligado al bello pueblo encalado de Grazalema, inseparables ambos en postales, souvenirs, cuadros y pinturas.

Mientras subíamos en dirección al Puerto del Endrinal comentábamos la idoneidad del día para la celebración de este tipo de eventos: una temperatura agradable, un cielo despejado, un entorno increíblemente bello desbordado por una exuberante primavera…, que más podíamos pedir.

A media subida nos detuvimos y volvimos la vista atrás, comprobamos que un mar de nubes había cubierto las cotas más bajas de la sierra. De entre las nubes emergían, cual islotes, algunos picos y cresterías de inconfundible silueta. Muy cerca de nosotros, Sierra Morena, en la lejanía el Cerro Malaver y allí a lo lejos la meseta donde se asentaba la ciudad romana de Acinipo.

En la quietud de la montaña y desde nuestra posición privilegiada, desde las alturas, oímos los acordes de la Agrupación Musical de Grazalema. Bajo aquel manto de nubes se estaba celebrando la Romería en honor a San Isidro Labrador.

 

Un poco antes de alcanzar el puerto desapareció el bosque de pinos, las numerosas grietas de aquellas piedras calizas aparecían colonizadas por todo un enjambre de plantas de multitud de colores. Ni que decir tiene que las inmortalicé con el objetivo de mi cámara.

Y por fin alcanzamos el Puerto del Endrinal, a nuestra derecha la máxima cota del Peñón Grande y enfrente, ante nosotros, una bella estampa: El corazón de la Sierra del Endrinal, coronada ésta por dos impresionantes moles calizas. Recortados en el despejado cielo azul el Simancón, la segunda cota más alta de la provincia de Cádiz, y el Reloj.

Nos detuvimos a recobrar el aliento y el guía aprovechó este receso para dar unas breves nociones de geología y otro experto en esta misma materia nos describió los procesos erosivos que habían dado lugar a determinadas formaciones curiosas que teníamos ante nosotros. También pusimos especial interés en la flora vascular que nos rodeaba, de hecho José Manuel también disertó sobre ella.

Tras las interesantes exposiciones retomamos el sendero, bajamos al Llano del Endrinal y enfilamos el sendero hacia nuestro siguiente destino: El Puerto de las Presillas. Un poco antes de iniciar la subida visitamos un pozo cercano, territorio de un enorme sapo común que casi nos saludó al pasar. Un poco más adelante localizamos unos ejemplares de linaria que no conseguimos identificar en ese momento.

 

Acometimos la suave subida entre majuelos, algunos de ellos cubiertos de flores. A nuestra izquierda, entre laceradas piedras calizas y sólo, muy sólo, un esbelto ejemplar de pinsapo. Inconfundible con su característico color verde oscuro y su silueta piramidal.

Volvimos la vista atrás, oteamos el paisaje y comprobamos que el mar de nubes seguía cubriendo las cotas más bajas de la sierra. Supuse que en la Romería el sol habría brillado por su ausencia.

Mucho antes de alcanzar el Puerto de las Presillas encontramos un abrevadero metálico alimentado por una manguera que bajaba por la ladera.

Nos picó la curiosidad y la seguimos hasta llegar al Pozo – Pilar de la Presillas, un pozo en muy buen estado de conservación que alimentaba un abrevadero de cuatro pilas labradas en piedra caliza, todo el conjunto se hallaba rodeado de una alambrada para evitar la caída de reses al pozo.

 

Volvimos a bajar y llegamos a un pozo de nieve, vestigio de un oficio ya completamente olvidado, el de nevero. En estas construcciones circulares, este buen hombre, en unas condiciones extremas se dedicaba a almacenar la nieve que compactaba hasta convertirla en hielo para su posterior comercialización. En el transporte se empleaban bestias de tiro.

Continuamos con el sendero y nos topamos con una de las flores más bellas que se dan por estos parajes: la Peonía, llamativa por su tamaño y vistosa por su colorido. Nos entretuvimos fotografiándola a diestro y siniestro.

Por fin casi habíamos llegado al Puerto de la Presillas, aquí el terreno se tornó llano y cómodo, mientras caminábamos por aquel prado salpicado de pequeñas piedras calizas nos deleitamos con la visión de la crestería de la Sierra del Pinar que teníamos enfrente.

Antes de iniciar la bajada hasta el nacimiento del Río Guadalete, nuestro río, nos detuvimos sobre una enorme lasca. En este lugar un experto geólogo del grupo disertó acerca de la importancia desde el punto de vista geológico del Corredor del Boyar, objeto de muchos estudios, uno de ellos de notable relevancia acerca del Doble Plegamiento Gaditano.

El Corredor del Boyar se interponía entre nosotros y la Sierra del Pinar. Tras ésta, en su ladera norte, se extendía la joya más preciada del PN Sierra de Grazalema: El Pinsapar. De hecho algunos ejemplares, con su característico color verde casi negro, asomaban tímidamente por la crestería.

Y continuamos con la bajada por un “zigzageante” sendero en aquella empinada ladera hasta llegar a una calera. Mientras leíamos su panel informativo nos sobrevolaron dos enormes buitres leonados y unas chovas piquirrojas que nos deleitaron con su vuelo acrobático.

Retomamos el sendero y en el hueco de una gran piedra caliza localizamos unas bellas flores de color amarillo pálido con unas hojas aterciopeladas de agradable tacto que no conseguimos identificar.

Bueno…, eso es otro tema, en casa, ya duchadito y “requetepeinado” llamé, a través de la mensajería del facebook, a José Manuel y entablamos un mano a mano para intentar identificar algunas de las plantas que habíamos localizado.

Resulta que la linaria que vimos tras el encuentro con el sr.sapo parece ser un híbrido de linaria que sólo se da en la Sierra del Endrinal,…curioso.

De la flor amarillo pálido del párrafo anterior…, pues resulta que al hacerle zoom a la fotografía observé sus frutos y caí en la cuenta de que podía tratarse de Biscutella frutescens, interesante especie que en la provincia de Cádiz sólo se da en la Sierra de Grazalema.

Tras esta breve aclaración, retomo el relato. Llegamos al nacimiento del Guadalete y subimos hasta una pequeña fuente donde nos hicimos la foto de rigor, posteriormente bajamos hasta el Puerto del Boyar y desde su mirador algunos expertos del grupo disertaron acerca del entorno que nos envolvía y comentaron la información que contenía el panel informativo dispuesto a tal fin.

A pesar de que este mirador del Boyar se caracteriza por sus espléndidas vistas en esta ocasión las nubes lo ocultaban casi todo de mala manera.

Iniciamos el camino de regreso hasta Grazalema, en esta ocasión por los Charcones. Un tímido Guadalete nos acompañó durante todo el trayecto hasta que llegamos a la carretera. Allí, a la sombra de un enorme ciprés ornamental, nos reagrupamos. Al inicio del sendero Joaquín, el experto guía, nos había indicado que la actividad finalizaría a las dos de la tarde, pausadamente giró su muñeca, miró su reloj y dijo:

– y esa hora es, como os prometí.

Todos miramos nuestros relojes y entonces sonó un caluroso aplauso acompañado de risas. Tras unos apretones de manos y un “nos vemos” se dio por finalizado el III Encuentro de “CONOCE TUS FUENTES”.

Buen sabor de boca, había recorrido unos parajes que ya conocía pero desde una perspectiva diferente: La Hidrogeología…, interesante.

       

Todo este contenido lo tienes a tu entera disposición en MI WEB PERSONAL.

Por otro lado ahí llevas el enlace a la web del proyecto CONOCE TUS FUENTES.

Y en cuanto a la crónica…, pues espero que te haya gustado.